Microsoft podría estar modificando de manera discreta los requisitos de actualización a Windows 11, porque en las últimas semanas, algunos equipos sin el chip TPM 2.0 han recibido la notificación para instalar el nuevo sistema operativo, algo que hasta ahora estaba completamente bloqueado.
Si sigues con Windows 10, sabrás que la transición a Windows 11 no ha sido tan sencilla como en versiones anteriores. El gran filtro fue el TPM 2.0, un chip de seguridad presente en muchos equipos modernos, pero ausente en otros tantos que todavía funcionan sin problemas.
Microsoft lo convirtió en obligatorio con el argumento de que protege funciones críticas como el cifrado de disco con BitLocker, el inicio biométrico de Windows Hello o el arranque seguro que evita la manipulación del firmware.
Al final, sin este chip, millones de ordenadores quedaron directamente bloqueados y condenados a seguir en Windows 10, sin posibilidad de actualizar y recibir las nuevas funciones del sistema operativo, que no son tan demandantes.

BornCity
En las últimas semanas, varios usuarios han mostrado capturas de pantalla en las que sus equipos sin TPM 2.0 reciben la notificación para actualizar a Windows 11. La información fue confirmada por el medio BornCity, que constató que la actualización se está ofreciendo en equipos que antes quedaban fuera.
Lo más importante es que en la web oficial de Microsoft los requisitos no han cambiado, donde se sigue mostrando el TPM 2.0 como uno de los requisitos que deben cumplir los ordenadores si desean actualizar, es decir, sigue apareciendo como condición indispensable. Esto abre dos escenarios:
Quitar de en medio el TPM 2.0 tiene consecuencias, puesto que sin él, funciones de seguridad avanzadas pierden efectividad o directamente dejan de estar disponibles. El arranque seguro, por ejemplo, queda expuesto a posibles ataques; el cifrado de disco deja de estar vinculado al hardware y las claves biométricas se vuelven más vulnerables.
Aun así, hay usuarios que se preguntan si de verdad es un riesgo tan grave. Al fin y al cabo, llevan años utilizando sus equipos sin TPM 2.0 en Windows 10 sin sufrir incidencias destacables. La duda está servida, ¿merece la pena bloquear millones de ordenadores por un chip de seguridad o es más razonable abrir la puerta a que todos puedan actualizar?