China está acaparando cobre por encima de sus necesidades. Y presumiblemente lo está haciendo para controlar la cadena de suministro global vinculada a este elemento químico. Además, como cabe esperar, en la coyuntura actual en la que la producción minera de este metal se está ralentizando y China lo está acaparando, su precio se está incrementando perceptiblemente. De hecho, ha subido un 10% durante lo que llevamos de 2024, y esta misma semana ha alcanzado el máximo de los últimos quince meses, rozando así los 9.000 euros por tonelada en el mercado de metales londinense.
El Gobierno de Xi Jinping sabe muy bien qué tiene entre manos. De hecho, esta no es la primera vez que acumula una materia prima esencial para numerosas industrias con el propósito de controlar toda la cadena de suministro global. Presumiblemente en estas circunstancias la gran perdedora a medio plazo será Europa. El Viejo Continente está afrontando una transición que persigue sostener su infraestructura energética sobre las fuentes de energía renovables, y esta estrategia de China con toda probabilidad incrementará la ya de por sí intensa dependencia que en este ámbito tiene Europa de este gigantesco país asiático.
El plan que está desplegando el Gobierno chino para controlar el mercado del cobre es similar al que practica desde hace ya más de una década en el ámbito de las también muy demandadas tierras raras. Y es que China domina la industria de las tierras raras con una contundencia indiscutible. Según el Servicio Geológico de EEUU durante muchos años ha producido más del 90% de este recurso tan valioso. No obstante, no solo controla la producción; también domina la industria del procesado al que es necesario someter las tierras raras para que puedan ser utilizadas.
Con una producción del 70% del mercado global y un control del 90% de la industria de procesado de tierras raras China tiene este mercado absolutamente controlado. El pasado 21 de diciembre la Administración liderada por Xi Jinping decidió restringir la exportación de algunas de sus tecnologías de procesado de las tierras raras, dando forma a una clara maniobra que persigue defender sus intereses estratégicos en plena confrontación con EEUU y sus aliados. Y en la coyuntura actual EEUU, Europa, Japón o Australia no parecen estar dispuestos a sostener esta dependencia de China mucho más tiempo.
Una de las estrategias que están sobre la mesa consiste en reducir la utilización de tierras raras tanto como sea posible reemplazándolas por otras materias primas. No es fácil llevarlo a cabo, pero en algunos escenarios de uso es posible, aunque habitualmente requiere invertir muchos recursos en I+D. Tesla, por ejemplo, ha confirmado que su próxima generación de motores eléctricos incorporará imanes en los que las tierras raras no estarán presentes (aunque todavía no sabemos cómo ha logrado prescindir de ellas).
No obstante, este no es el único camino que pueden seguir EEUU y sus aliados. Su otra opción consiste sencillamente en forjar pactos que les permitan marginar a China sacándola de la cadena de suministro en la que participa la alianza. De hecho, este plan ya está en marcha. A principios de enero de 2023 la empresa minera LKAB, que está administrada por el Estado sueco, identificó un yacimiento de tierras raras en el norte del país, que, según sus cálculos, contiene más de un millón de toneladas de estas materias primas. Si finalmente la explotación de este yacimiento resulta ser viable Europa dará un paso hacia delante muy importante en su independencia de las tierras raras chinas.
Imagen | Omid Roshan (Unplash)
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