Cuando Microsoft dijo que Windows 10 iba a ser el último Windows que habría no quería decirlo como si fuera algo escrito en piedra. Como hacen las compañías y políticos por igual, donde dije «digo», digo diego, y se autocorrigen. Es que no les entendemos bien lo que querían decir. Por eso seis años después de que llegar el «último Windows que habría» llegó Windows 11 pronosticando al incesante goteo de versiones mayores del sistema operativo. Ahora llegan rumores que Microsoft retomaría la cadencia de una versión mayor de Windows cada tres años.
Si Windows 11 llegó en 2021, eso significa que Windows 12 va a llegar en 2024, al menos según lo que dicen desde Windows Central. Vista llegó en 2006, Windows 7 en 2009, Windows 8 en 2012 y Windows 10 en 2015. Ha sido el ritmo natural de lanzamiento de Microsoft, y sería la pauta lógica a retomar con las próximas versiones de Windows. Para desgracia de los departamentos de informática que van a tener que preocuparse de las actualizaciones semestrales y las versiones mayores de Windows cada tres años. En una empresa pequeña no es un problema, pero en una grande siempre hay problemas.
Donde podría haber dudas es en el modelo de negocio de Windows, si esto significaría que cada tres años habría que comprar una nueva versión como pasaba antiguamente. O quizás Microsoft diera un período de gracia de actualización gratuita como ha estado haciendo con Windows 10 y Windows 11, que sería lo más probable. Esto movimiento, de ser cierto —y parecería lógico—, vendría orientado a imprimir un poco más de vida a un producto que por más usado y más novedades que traiga parece más estancado que nunca. Las mejoras de Windows 11 son más estéticas y bajo el capó para mejorar el rendimiento y seguridad del sistema operativo. Al final es la misma táctica que usan todos los que desarrollan sistemas operativos para mostrar que están vivos y en constante evolución.